Premio al Héroe de Amway por su Generosidad: Papás, hijas, espíritu comunitario

Amway IBO David Williams se encuentra afuera y sonríe a la cámara.

Cuando la hija de David Williams, Tatum, se volvió demasiado grande para el baile de padres e hijas de su escuela, David quiso encontrar una manera de seguir teniendo una velada especial que ambos disfrutaran.

Afortunadamente, algunos de sus amigos comenzaron un baile padre e hija de la comunidad, a unas cuatro horas de distancia, al que asistieron él y su hija. Lo pasaron muy bien, y David tuvo una idea.

Me dije a mí mismo, ‘Sabes, me gustaría hacer esto en casa'”.

Asesorado por su amigo, David desarrolló la visión de su propio baile de padre e hija en Buford, Georgia.

El primer baile, en el 2009, contó con 188 asistentes. Hoy, este evento anual atrae hasta 850 personas de cinco condados y de más lejos. Las empresas donan tiempo, dinero, productos y servicios. Los estudiantes de secundaria son voluntarios en el evento. El Club Kiwanis local ha recaudado más de $50,000 en becas universitarias relacionadas con el baile.

Por hacer una diferencia en la vida de padres e hijas, David recibió el Premio al Héroe de Amway por su Generosidad del 2017, uno de los cuatro Premios a los Héroes de Amway otorgados cada año para honrar a los Empresarios Independientes de Amway que construyen comunidades más fuertes y tienen un impacto positivo en la vida de otros.

‘Es por David’

“Es la persona más incansable que he conocido”, dice Wanda Brown, Vicepresidente de Peoples Bank & Trust, compañía patrocinadora de las becas.

Dina Farmer recuerda cuando se reunió con David en su restaurante para hablar del primer baile. “No podrías creer, si hubieras estado sentado aquí ese día tomando notas en servilletas, que crecería hasta convertirse en esto”, afirma Dina, que donó el servicio de comidas para el evento. A veces me detengo y me pregunto cómo puede haber sucedido, y David es la razón”.

“Si David puede ayudar a alguien, lo hará”, afirma Scott Smith, un miembro de Kiwanis y amigo que participó en la primera reunión.

La esposa de David, Brenda, dice que cuando hay un corte de energía eléctrica es él quien va a ver que sus vecinos ancianos.. Cuando una familia local tenía problemas financieros porque el padre estaba en el hospital recibiendo tratamiento contra el cáncer, David pagó su renta durante dos meses.

El baile padre-hija es otro ejemplo del espíritu de comunidad de David. Después de la primera reunión con Scott y Dina, consiguió el lugar, reclutó voluntarios, encontró patrocinadores y se encargó de obtener rosas rojas de tallo largo para las niñas. Imprimió postales y carteles, pasando varias horas por día yendo a entregarlos de las escuelas.

Amabilidad en medio de la adversidad

Lo que hizo esto aún más notable fueron las dificultades que vivían David y su familia en ese entonces. Después de 17 años en un trabajo bien remunerado, su puesto fue eliminado y se vio forzado a empezar de nuevo. “Nuestro mundo entero fue puesto patas para arriba”, dice David.

Mientras intentaba que su negocio de bienes raíces tomara vuelo, trabajó en las mañanas como botones en un hotel, y más adelante trabajó en un restaurante de comida rápida. Su espíritu generoso nunca dudo.

Una compañera de trabajo que era madre soltera con dos hijos, necesitaba un tratamiento de endodoncia, pero no tenía el dinero. David pago su tratamiento odontológico. Su generosidad hacia los demás fue devuelta. Cuando la economía familiar se volvió cada vez más austera, aparecían cajas de víveres en la puerta de la cochera o encontraban sobres con dinero o tarjetas de obsequio en el buzón.

“Se puede decir que este baile nació a partir de esa adversidad,” comenta David Ahora, cuando veo a las personas en el baile y lo mucho que ha crecido, pienso que Dios nos ha bendecido y que es simplemente asombroso”.

Más que un baile

El evento que involucra a toda la familia Williams. Brenda, junto con la hermana de David, Joan, y su hijo, Nathan. Y Tatum, ahora un estudiante universitaria, dice: “Aún me encanta ir cada año.”

La hija de Adam Southerland tenía solo cuatro meses de edad cuando él la llevó a su primer baile. Ahora tiene una hermana menor, y desde entonces han ido al baile cada año. “Atesoro estos recuerdos y espero seguir viniendo con ambas por muchos años,” el dijo

David recuerda haber visto a un padre en silla de ruedas, haciendo girar la silla para bailar con su hija de nueve años. “Dije: ‘Tatum, si no hubiera perdido el trabajo y no me hubiera unido a Kiwanis, esto nunca hubiera sucedido. Mira eso. ¿No es maravilloso?'”

Al final de cada baile, David y Tatum se paran en la puerta para despedir a los padres, algunos de ellos con lágrimas en los ojos.

“En un mundo en el que los niños tienen todo el día un teléfono delante de sus caras y nunca tienen tiempo para una conversación, los padres me dicen, ‘nos diste esta noche juntos, así que gracias, y regresaremos,” dice David. “Escucho eso año tras año, una y otra vez”.

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